La Policía ingresó a sangre y fuego a Meléndez, al sur de Cali. Según los habitantes del sector, fueron varios los hombres armados vestidos de civil los que acompañaron el operativo que terminó en un baño de sangre en el punto de resistencia que, hasta ese día,  no había puesto muertos. Esta es una crónica con la reconstrucción de Juan José Jaramillo, según transmisiones en vivo y testimonios de cuatro mujeres que vivieron los hechos en carne propia.
Viernes, 28 de mayo. Eran las 6:30 p.m. y en el lugar de concentración en el marco del Paro Nacional de Meléndez, en Cali, un grupo de jóvenes daba clases de baile andino. La gente disfrutaba la tarde a pesar de la sensación de extrañeza que generó que horas antes los cascos azules —defensores de derechos humanos de la alcaldía de Jorge Iván Ospina— comentaran la orden que les acababan de dar: “Tenemos que abandonar todos los puntos de resistencia.”
Tas. Tas, tas, tas. 
En Meléndez se escuchó una seguidilla de disparos provenientes del punto de resistencia de la Universidad del Valle, que queda a un kilómetro al sur. Aunque no era la primera vez que sonaba el ruido seco de las armas, en Meléndez comenzó a sentirse el miedo. Todas las madres, más de 20, tomaron a sus hijos e hijas de las manos y se adentraron en el barrio huyendo loma arriba hacia sus casas. No había olor a gases lacrimógenos, no había uniformados antidisturbios. Solo se escuchaba el sonido de las balas. Algunos comenzaron a sospechar que no sería una noche de tropel, sino una de supervivencia. 


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